A decir verdad, de este restaurante, no esperábamos absolutamente nada. Nada de nada en absoluto, pero, sin embargo, llevamos una mucho más que grata sorpresa.
Y ahora contaré porqué. La idea principal, era ir con los amigos de siempre, con los que ahora sólo se ven una vez al año, con lo que, a priori, no es el mejor escenario para disfrutar de una comida, de las de disfrutar a fondo.
Pero, fíjense, amigos lectores, cómo las cosas pueden ser como no lo parecen.
Apareció un "chef-camarero-jefe-de-sala", (Manel Oliveira) que nos atendió amablemente, y nos hizo una serie de recomendaciones muy loables.
Y poco a poco, fuimos conformando un menú degustación...
Primer plato: Empanadillas de jamón con setas. Excelentes. Pura ejecución, pero excelentes. Una masa muy crujiente, con -diría yo- un muy buen jamón.
Segundo plato: Pulpo con pipas. Aquí hay un poco de innovación. Yo no lo había visto nunca. Buen maridaje, y un pulpo excelentemente preparado. Muy recomendable. Sí. Sin duda. A la plancha, con un buen aceite de oliva.
Tercero: Croquetas de choco. No estaban mal. Muy originales. Con la bechamel negra y muy bien cuajadas. El sabor no era sorprendente, pero sí eran originales.
Quinto plato: Zamburiñas con puerros. ¡Bravo! Bien presentadas. Pero lástima de zamburiñas, que sólo eran buenas y no estratosféricas.
Sexto plato: Atún de Burela, con brotes. Era complicado, porque es un plato unipersonal, pero nosotros lo mandamos partir para degustación (eran dos unidades), pero con todo y con eso, algunos trozos estaban bien, en el punto, y otros, ligerísimamente pasados. El atún era muy bueno, muy bueno. Una lástima. Este plato, seguro que se disfruta en su estado natural. ¡Estaba en temporada, además!

Y el café, como yo ya sabía, de los mejores a este lado del río Miño, así que no hay nada que objetar. El precio, irrisorio para lo que se ha ofrecido en la mesa.

Un Godello y un Mencía, de la misma bodega. "Crego e Monaguillo", de la denominación de orígen Monterrei. Muy buenos ambos. Un poco insulso, el Godello, para lo que se esperaba de él. Como al final, parecía que no llegaba, apareció un Sampayolo, otro Godello, que -en mi modesta opinión- estaba mucho mejor que el otro. Mucho mejor. Lástima que no llegase antes, porque estaba terminando el atún rojo.
Conclusión, una gratísima sorpresa encontrar este restaurante recién abierto cerca de donde se puede hacer una visita muy, muy a menudo. Ojalá tengan éxito en esta nueva andadura. Desde luego que se la merecen.
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