El caso es que por avatares de la vida, me puse a leerlo, porque era corto y era casi casi el tamaño perfecto de un manual que leer en un vuelo (poco más de 180 páginas).
El caso es que me puse con él, justo en un avión de un par de horas y por muy poco no terminé con él, justo al terminar el viaje.

Hay que aceptarlo como viene. Sólo de vez en cuando encontramos un hombre de estado, un visionario, una perla negra. El resto es mediocridad y morralla, que debemos aceptar de una forma u otra.
No sé. Me ha llenado de pesimismo. Más si cabe. De todas formas, es una lectura muy recomendable.
Sin duda, descubres que el fin justifica los medios, en algunas consideraciones y en algunas circunstancias, pero siempre en la alta política.
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