¿Ok?
¿Qué es lo primero que hace una persona al llegar a un parking? Obviamente, poner la tarjeta en la boca, para no olvidar que tiene que ir al cajero a pagar, antes de ir por el coche.
Supongamos que te sientes en la imperiosa necesidad de aliviar aguas, y que al lado de los cajeros automáticos, hay un baño.
De caballeros, al menos.
Caballeros serán los que pasan por allí a cientos, pero entonces, será que aquel WC no se limpia desde el día que se inauguró el parking.
Supongamos que armado de valor decides aliviar aguas, en aquella horrorosa estancia, y que, en una hecatombe mundial, te viene una imperiosa gana de estornudar.
Las manos ocupadas, el estornudo inminente, hecatombe.
La tarjeta vuela, a caer...donde se espera. En el inmundo WC.
¿Opciones?
- Ir a por el coche, y salir rompiendo la barrera.
- Ir al centro de control, y contarle al hombre de seguridad que un habitante de Neptuno te ha robado la tarjeta.
- Ir a una ferretería y comprar un guante para soportar 20.000V, y coger la tarjeta del WC.
- Echarse a llorar como un niño y quedarse allí, hasta dar pena a un transeúnte, que llame al 112.
Por un momento, pensé en una operación de rescate, pero la descarté por su peligrosidad.
Finalmente, gracias a la lectura de matrículas, que hacen los nuevos sistemas de aparcamiento, la cosa fue mucho más fácil de lo esperado.
¡Y frieguen esos baños!