Broto. Foto: Pili |
Este es el diario del viaje a Ordesa, de este verano. 8 días a priori, que posteriormente quedaron en 6, porque el tiempo, en estos lares es bastante imprevisible.
1-AGO
Salimos de Madrid, el lunes 1 de agosto. Sin prisas y sin presiones. A2, hacia Zaragoza. Sin mucho tráfico, pese a ser época de principio y fin de vacaciones.
Después de Zaragoza, Huesca, y Autovía del Mudéjar. Nos deja en Sabiñánigo, que es la puerta de los Pirineos Aragoneses. Ahí se terminan las carreteras nacionales, tal y como todos las conocemos. Empieza la N260, que no es más que una sucesión interminable de curvas y más curvas en un festival muy sabroso.
Pronto, Broto nos encontró a nosotros. Decidimos poner nuestra base de operaciones allí, porque encontramos un hotel sin encanto, para poder establecer base de operaciones, y hacer rutas tanto por el valle de Ordesa, como por el Valle de Pineta.
Decidimos poner en una balanza al 50% el trabajo de caminatas y el 50% el descanso tradicional. Así que comenzamos por éste último, haciendo un paseo por el pueblo, viendo lo que hay, lo que no hay. Pero ¿y qué hay? Pues es el típico pueblo pirenaico, con buena situación, coqueto, con flores en las terrazas y gente de dinero haciendo turismo activo, más o menos activo. Disfrutando de la montaña. La gente vive exactamente de eso. De la montaña. No hay casi agricultura ni ganadería. Sólo servicios y turismo. Sólo eso. Tiene su río, que debe crecer en primavera, tiene la cascada de Sorrosal, que se puede acceder desde el pueblo, con una vía ferrata, y muchos barranquistas. En fin, un pueblo delicioso.
El hotel sin encanto, jejejejeje...absolutamente sin encanto. Una señora mayor, su hija y ningún huésped a la vista. El apartamento bien. 60€ por noche, con lavadora, con vitrocerámica, con mesa para comer, espacioso. Aquí es muy fácil encontrarse con cosas extremadamente caras, porque hay turismo de dinero, que es capaz de pagarlo, así que, como íbamos a estar casi siempre fuera, no pensamos que un apartamento más caro, pudiese aportar nada.
Broto. Foto: Pili |
A dormir pronto.
2-AGO
La ruta, es la clásica. No conociendo mucho, lo suyo es hacer el camino a la cascada, y la faja de Pelay, pero decidimos hacerla al revés, empezando por la subida. A la postre fué una muy buena decisión porque somos mejores subidores que bajadores, porque de subir, mejor hacerlo estando frescos, y porque la inmensa mayoría de las personas decidieron hacerlo al revés...
Aquí no llamas la atención. Foto: ^_Pepe_^ |
Y así fué, seguimos la Faja de Pelay, sin mayores complicaciones. Decidí no encender el Garmin eTrex. Está completamente superado por todo tipo de cacharrillos que llevamos ahora. El E72, fué el encargado de trackear la ruta, y el Galaxy Tab llevaba los mapas con el OruxMaps. Paramos a comer, cuando ya teníamos muy cerca la cola de caballo, que es, literalmente, el medio de la ruta. Vimos las famosas clavijas de Góriz, con el camino a su refugio.
La cascada, estaba literalmente petada de gente. Absolutamente llena. Así que no gastamos mucho tiempo en quedar allí. Nos pusimos en marcha, por la pista de vuelta, que por ser llana, fácil y llena de gente, no sé porqué extraño motivo, pensamos que "no quedaba nada", cuando realmente, quedaban unos buenos 15 km, que en realidad, serían algunos más.
Después de bajar algunos santos porque la pradera no llegaba nunca, llegamos por fin, y nos subimos al autobús que nos puso de vuelta en Torla.
Le dimos una vuelta de nuevo al pueblo, porque la verdad es que lo vale, al 100%. Es precioso. Ducha en el hotel, y a cenar. Cenamos en la pizzería "La Tea", que es uno de los pocos garitos decentes que hay.
A dormir como leones.
3-AGO
Torla. Foto: Pili |
Foto: ^_Pepe_^ |
A media tarde, nos pusimos camino de vuelta. Tras dar alguna vuelta para ver un poco el paisaje, llegamos a Broto, para cenar, tras haber hecho un buen porrón de kilómetros, pero sobre todo, un montón de horas de coche. ¡Mañana, como sea, hay que patear!
Cenamos en casa. Embutido y queso. Todo riquísimo. Lo íbamos comprando por el camino.
A dormir.