Pero insisto en que, al menos a mi, me ha hecho sentir vergüenza. Un nudo en el estómago. ¿7700 euros de rifas, pastelitos y camisetas para pagar un científico? ¿Esto representa (en todo o en parte) a la ciencia en España?
¡Venga ya, hombre! Dadme una cerilla que saco el pasaporte ahora mismo...
Y claro, me da por pensar en un proyecto de apadrina un científico, o un negrito de África, que los dos dan la misma pena. ¿Verdad? Hasta había pensando en montar un proyecto web para recaudar fondos específicos para la ciencia.
Todo esto estaría bien. Habría que buscar un científico con cara de Jimmy Wales, que ponga cara de Jimmy Wales, cuando te pide un poco de dinero, poco, lo que te sobre de un café, para sufragar la independencia de la Wikimedia Foundation. Y es que poner cara de Jimmy Wales, que es, -más o menos ésta-, es relativamente fácil. Incluso está en la página 24 del Geekcionario.
Pero hay un detalle. Que España, por mal que le vaya, sigue siendo un país enormemente rico. De hecho es más rico que la inmensa mayoría de los países que componen este planeta. Es el 23 de 187, según el IDH. Eso quiere decir, que tenemos dinero. No mucho, que las cosas no andan bien, pero tenemos dinero. Dinero para invertir en máquinas punteras que nos permitan curar a las personas, dinero para tapar los baches de las carreteras, para poner una estación de AVE en cualquier páramo de Castilla-La Mancha, para las estatuas de los aeropuertos y para la cocaína de los directores generales de empleo.
Lo que no tenemos es voluntad política para invertir dinero en I+D. Y a la vista está que no hace falta mucho. Con lo que se gastó en cocaína el otro, se podrían mantener abiertas las líneas de investigación del Prícipe Felipe de Valencia durante un año. No la hay, pero los políticos son profesionales de ésto (esto es, claro marear la perdiz para decir excelencia y compromiso, sin decir nada), con lo que, a lo mejor es el momento de coger la ciencia por los cuernos, y empezar a pensar en que las personas deberíamos -en serio- plantarnos delante de nuestros gobiernos para decirles que o lo hacen ellos, o lo hacemos nosotros.