Se que me lee, es una de mis más afamadas lectoras, así que se lo dedico a ella.
Ya me he encontrado varios casos como éste, en el que una persona se tiene que plantear, con toda velocidad y hasta con cierta urgencia, porque la anestesia espera, qué narices hace aquí, preocupándose por lo que -sencillamente- no es importante.
Hay que desvariar un poco para intentar comprenderlo. Vamos allá.
Lo primero que hay que comprender es que el tiempo que estamos aquí, es, sin duda, único. Cada segundo es único, y como tal lo debemos tratar. Sólo esa consciencia, nos debe apartar de dineros, y de "saberes", para centrarnos en lo que de verdad importa, que es, lo que nos rodea. Nuestra conjetura.
Ver la felicidad en el camino, y no en el fin, no rodearnos de cosas, que -simplemente- no nos van a ayudar a conseguir lo que queremos, y centrarnos en que somos unos seres sociales. Sólo eso, seres sociales. Aunque nos duela, seres sociales. A pesar de todo, seres sociales.
Y con ello, y sin la presión de nada más, sólo quedan las vicisitudes propias, cubiertas de un halo de belleza que sólo puede apreciar el que lo mira desde una posición de privilegio. Exactamente, a mi juicio, la que ofrece la atalaya de quien ve lo incierto cierto.
Hoy he estado críptico, pero mi lectora a quien le deseo la mejor de las suertes en su devenir, seguro que se anima a empezar a escribir al fin, lo que atraviesa su mente.
Prometo no desvelarlo. :)
Bonus track.