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http://blog.fernandezfreire.com/2017/08/viaje-italia-parte-2.html
http://blog.fernandezfreire.com/2017/08/viaje-italia-parte-3.html
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Día 7 – 29-jul-2017
Madrugar. A las 8.20 listos para salir. Y así fue, más o
menos. Desayunos, pero no pudimos fregar. Queda para la vuelta. Tomamos el bus,
que nos dejó en Vaticano. Entramos en la plaza, y la cola era razonable. 30 min
y entramos. Pagamos los 5€ por ver la cúpula (casi no había cola) y arriba.
Escaleras y escaleras…y escaleras…y escaleras. Y por fin arriba. Espectacular
vista de la basílica, y mucho mejores de toda Roma desde arriba. Un santo café.
1€. Muy rico; En la cafetería que está sobre el tejado de la basílica.
Terminamos de bajar. Vemos el baldaquino, hecho con el bronce de Agripa, y las
colosales estatuas que hay en todas partes. Incluso la 3ª de las pietás de
Miguel Ángel que no puede ser más que grandiosa. Tuvimos mucha suerte. La vimos
en primera fila.
La cripta, con todos los papas que no son tendencia. Y a la
calle. Descanso en la fuente. Empieza a apretar el calor. Mucho. Seguimos.
Salimos y nos apretamos unas pizzas al taglio en la calle (pizzería Alice). Buenas. No
excelentes pero muy variadas y sabrosas. Un café. Excelente. 10. Seguimos
camino que nos queda mucha Roma por ver. Serían las 13 horas.
Castello de Sant Ángelo, que es donde decidió enterrarse el
emperador, hace muchos años. Pasamos por la fontana de Neptuno, y seguimos
camino hacia Piazza Navona, que está impresionante con todos sus monumentos.
Simplemente impresionante. Eso sí, se empieza a notar el cansancio.
Seguimos hasta el Panteón de Agripa, que –en mi opinión- es
una de las mayores bellezas de Roma. Sin duda, es algo que hay que ver, sí o sí
en Roma. Y estuvimos un buen rato admirándolo. Luego un Split de nuevo, no
podemos más. Se quedan algunos, porque todavía tienen fuerzas; Yo me vuelvo al
camping, y piscinazo, durante unas horas, hasta que nos echaron. Cena
estupenda.
Día 8 – 30-jul.-17
Madrugar otra vez. 8.20 en el punto de salida del autobús. Cogemos el 246 que nos lleva hasta la línea de Metro que nos lleva a su vez hasta Colosseo. Salimos directamente sobre el edificio, considerado una de las 7 maravillas del mundo moderno. Siempre impresiona. Con cualquier luz, con cualquier ambiente. En este caso, impresiona la cantidad de gente que hay, incluso tan temprano.
Fotos de rigor, y nos vamos a los Foros. Vemos todo lo que se
puede ver, el calor empieza a apretar. No hay nada para entretener a los niños.
Sólo monumentos. Tenemos que parar varias veces a repostar agua. Un infierno al
final. Queremos salir de allí. Piazza Navona. Pasamos de nuevo por el Coliseo,
Brewdog Bar (What?), sí, una JackHammer por cabeza. Seguimos razonablemente
contentos pues llevamos la cervecita puesta. Es la hora de comer, y nos vamos a
un taglio, que no está nada mal. Íbamos
a ver la Iglesia de san Pietro in Vincoli, iglesia muy menor, pero que es donde
está el Moises de Miguel Ángel, pero desafortunadamente, está cerrada.
Los taglios nos saben a gloria bendita, y seguimos camino.
Columna de Trajano y resto de los foros, que todavía se dejan ver a simple
vista. Después de Trajano, nos vamos a la Fontana de Trevi, que está como
siempre, imponente. También pasamos por el Campidoglio y por el monumento al
padre de la patria (un poco fuera de sitio en Roma). Luego nos vamos a la Plaza
de España y ahí hacemos Split, porque los Cano, siguen mecha, y nosotros nos
venimos muy abajo, de cansancio. Nos queda la gana de probar lapizzería también recomendada. El Metro y el 246, nos dejan de nuevo en el
camping, bastante rápido, y podemos terminar el día con un baño en la piscina y
una cerveza, que nos sabe muy bien.
Mañana viene el calor africano y nos vamos a Nápoles, el
punto más al sur. Vamos a alucinar. ¡Lucifer, ven!
Día 9 – 31-jul-2017
Día de salir a Nápoles. Sí que se notan las temperaturas. Vamos a salir y decidimos no madrugar y tomar las cosas con cierta calma. Como puede ser operación salida, decidimos ir por autopista, y tirar millas, en lugar de la alternativa por la costa, que nos daba casi una hora más.
Peligroso, si queremos llegar a una hora decente.
Recogemos rápido y nos vamos. ¡A la carretera! El termómetro
en 30ºC a las 10 AM. Pronto, subió hasta los 35, y luego hasta los 38. Por
suerte, al acercarnos al mar, 35ºC otra vez, pero cargados de humedad. Casi
imposible.
Llegamos al camping rápido y bien. Sin contratiempos. Hay
que pasar un arco con las caravanas, que nos obliga a quitar los espejos.
Pasamos con mucho cuidado. Nos están esperando y nos colocan en un sitio amplio
con mucho espacio y…mucho sol. Lo soportaremos. Hay un Unimog nuevo de España.
Cocinamos.
Piscinazo. El agua está ardiendo.
Vámonos! A Nápoles. En recepción nos recomiendan
fervientemente el metro en lugar del coche, y decidimos no hacerles caso.
Salimos, y disfrutamos del tráfico de Nápoles. Nos adelantan por la izquierda,
la derecha, arriba y abajo. Se saltan los semáforos, tres en una moto sin
casco, ¡un horror! Sobrevivimos a todo hasta que los GPS se vuelven locos y
acabamos en una zona chunga muy chunga, en la que casi no sabemos salir. Aunque
finalmente lo logramos. Aparcamos en un parking de 4.5€ la hora…precio sobre el
que no vamos a discutir, y nos vamos a ver la ciudad. Sucia, caótica y llena de
vida por todas partes. Adoquinada y llena de baches. Con mucha vida en la
calle.
Vimos el Duomo, que no vale nada, el Gesú nuovo, que pfff,
un par de ellas más (Sta. Cecilia); En general, infinitamente menos nivel
artístico que Roma.
Cenamos en este
restaurante que nos hizo un poco de fritura (muy típica) y unas pizzas, que
para variar increíblemente, no pudimos terminar. Muy ricas. Llegamos a casa sin
incidentes, y terminamos la jornada, cayendo rendidos en cama, con un calor
importante, y un olor a azufre, que a mí al menos, no me deja pegar ojo. A las 6 hay que levantarse para ver el volcán.
Día 10 – 1-ago-2017
Cumple de Íñigo. Vemos el volcán Vesubio y Pompeya. Salimos cuanto antes, porque sabíamos que no tendríamos casi opción si no lo hacíamos. Madrugar para algunos, lo de siempre, para mí. Navegamos como podemos, con el Google Maps hacia el parking de 1000 metros del volcán, pero en el de 800, nos paran, y nos pasan por caja. 5€. Pagamos y aparcamos allí mismo. Perfecto.
Reencontramos a los LM que habían cogido otro camino, y empezamos la ascensión
del volcán a pie.
Al principio, casi 2km que hacen los 200 metros que nos
faltan hasta los 1000, y luego pagamos las entradas y empezamos la ascensión de
verdad, sobre un terreno de piedra volcánica machacada, que nos pone a prueba
porque íbamos con las Teva, que acabaron francamente sucias. El sol empieza a
machacar de verdad, y hay una humedad horrorosa, con lo que tenemos verdaderas
dificultades para llegar arriba de una pieza. Al fin el cráter, y fotos del
Golfo de Nápoles. Precioso todo. Corre una brisa. Hay que comprar un poco de
agua arriba (no nos llega) y comenzamos la bajada. Va todo bien.
Volvemos a los coches, y ponemos rumbo a Pompeya. Vemos en los mapas que las dimensiones del recinto son brutales, y que no vamos a poder verlo todo, ni mucho menos. NI muchísimo menos. No importa, haremos lo que podamos. El calor es alucinante. El termómetro del coche marca 35º, pero realmente se sienten muchos más. Aparcamos justo en la puerta Marina, cerca de la taquilla, y encontramos un restaurante providencial, que nos da unas pizzas y un poco de pasta para restaurar el alma, que la tenemos cocida en sudor. Entradas y pasamos. Para lo que esperábamos, mucha menos cola. Pompeya es un espectáculo en si misma. Es como un parque temático de Roma, pero de verdad.
Volvemos a los coches, y ponemos rumbo a Pompeya. Vemos en los mapas que las dimensiones del recinto son brutales, y que no vamos a poder verlo todo, ni mucho menos. NI muchísimo menos. No importa, haremos lo que podamos. El calor es alucinante. El termómetro del coche marca 35º, pero realmente se sienten muchos más. Aparcamos justo en la puerta Marina, cerca de la taquilla, y encontramos un restaurante providencial, que nos da unas pizzas y un poco de pasta para restaurar el alma, que la tenemos cocida en sudor. Entradas y pasamos. Para lo que esperábamos, mucha menos cola. Pompeya es un espectáculo en si misma. Es como un parque temático de Roma, pero de verdad.
Vemos arqueólogos trabajando, casas
perfectamente conservadas. Algo simplemente alucinante.
Vemos los carci, que son
los moldes de los que se quemaron en el 79dC, y el lupanar, que deja a los
chicos alucinados.
Al camping. Piscinazo. Descansar, y antes de cenar, nos
vamos a ver el Solfatara, que tenemos DENTRO del camping. Bueno…algo increíble.
Algo digno de ver. Empezamos viendo un poco de lodo hirviendo, y acabamos
viendo una boca del infierno con olores de H2S, bastante horrorosos, de ahí los
olores. Pero lo más increíble, es que todo el suelo está caliente.
Cenamos. Mañana salimos hacia Gran Sasso. Un día de kilómetros.
Adiós a la humedad, o al menos, mucha menos. Lo llevaré mejor.
Día 11 – 2-ago.-17
Salimos tan temprano como pudimos. Pagamos lo que nos
pidieron dejándonos un trozo de corazón en “El Solfatara”. Bien. Gran camping.
Decidimos ir por carretera. Repostar, y seguimos. Carreteras
de todo pelo, que van mejorando conforme nos alejamos de Nápoles. Empezamos las
ascensiones a los Abruzzos. La primera brutal, con un puerto impresionante, que
hizo que LM tuvieran que aflojar un poco el ritmo. La segunda un poco más
tendida, pero más larga. También complicada. Pero a 10km del camping estábamos
a 300msnm, y eso no era ni medio normal. Efectivamente, la subida que temíamos,
llegó. Brutal. Impresionante. Y el termómetro marcando fuera 42º. Algo nada
usual, pero que hizo mella en todos.
Tuvimos que apagar el AC en nuestro peque, porque empezó a subir la temp hacia lo rojo peligrosamente. Se recuperó rápido. Una experiencia. Por supuesto, los LM, tuvieron que parar varias veces en lo rojo a descansar, lo que hizo –si cabe- más épico el viaje.
Tuvimos que apagar el AC en nuestro peque, porque empezó a subir la temp hacia lo rojo peligrosamente. Se recuperó rápido. Una experiencia. Por supuesto, los LM, tuvieron que parar varias veces en lo rojo a descansar, lo que hizo –si cabe- más épico el viaje.
El camping es fantástico. Pequeño? No, lo siguiente. Tiene
unas veinte parcelas nada más.
Simplemente un trozo de tierra llevado por una
familia al completo (gente joven al mando). Con muy pocos lujos más que tener
mucha paz y justamente-lo-que-buscas, que es mucho. Hemos reservado dos noches.
Check-in sin prisas, colocamos las caravanas, no sin alguna
dificultad, y nos ponemos a hacer la comida estupenda, debajo del toldo. Hace
calor, mucho, pero no lo que había en el valle, que eran más de 40ºC.
Ya a eso de las 5.30 nos vamos a ver el pueblo más
interesante de los alrededores, que es Castelvechio. No tiene mucho más que
unas cuantas casas en restauración desde el terremoto de abril de 2009, y un
bar, en el que nos tomamos una degustación de las mejores cervezas artesanas de
la zona, que no estaban muy allá.
A dormir, no sin antes intentar ver alguna estrellita, que
se resiste, principalmente por contaminación lumínica.
Dormimos como príncipes.
Día 12 – 3-ago-2017
Día de excursión y de ver el Gran Sasso. Madrugamos todo lo que podemos, y hacemos desayunos. Latas de caballa a la mochila, mucha agua, y nos ponemos en marcha. Vamos camino al funivia de Gran Sasso, de Campo Imperatore. Llegamos y nos hacen precio de grupo, 120€, por todos. Muy bien, son 5€ por cabeza y viaje. Ya sabíamos que se podía llegar a destino con el coche, pero el funivia le da un punto diferente en cualquier caso. Nos ponemos arriba en nada, y comenzamos la subida al Refugio del Ducca de los Abruzzos, que tenemos a la vista. Subidita de pim-pam-pim-pam, y una sudada, que se lleva muy bien, porque cada uno cogió su ritmo.
Al llegar arriba, descanso, agua, un poco de comida, y
seguimos. Vamos a intentar llegar al otro refugio, al Garibaldi, pero se pone
de cresteo, con cierta caída lateral, y hay integrantes que se lo piensan, y
hacen muy bien. Hacemos dos grupos, y nos quedamos para intentar subir la otra
cresta, que había a la derecha del primer refugio. Subimos unos 500m, pero
luego se pone incluso peor que la otra. Decidimos no intentarlo, y bajar
tranquilamente por donde subimos. Una comida en el observatorio, y un café en
el centro de Campo Imperatore.
Comenzamos la bajada
en el funi, y llegamos abajo con la intención de ir a L’Aquila, que es donde
fue el centro de la tragedia de 2009, con más de 350 muertos. No hay gran cosa
que ver. Sólo un pueblo en completa reconstrucción, renaciendo (como ellos
mismos dicen en el lema de los carteles de las obras), pero con nada que ver
claramente. Le quedan 10, 20 o 30 años para volver a ser algo que parezca lo
que fue.
Paramos en el Carrefour, y nos volvimos al camping
tranquilamente, con un poco de carne para hacer barbacoa. Y lo conseguimos,
esta vez a la primera. El camping tenía unas barbacoas estupendas que llenamos
de carbón y pudimos hacer un fueguito muy rico, para poner todo del tirón. No
quedó nada.
Los chavales fregaron toda la loza y hasta tuvimos un poquito de
sobremesa.
Mañana nos vamos a San Marino. Otro país. El más antiguo del
mundo, que lo es, desde que se independizó de los romanos, en el 309 dC. Pinta
que va a hacer un calor horroroso otra vez.
Veremos Rávena. Lo estoy deseando.
Día 13 – 4-ago-2017
Cantan los pájaros y sale el sol a las 6.40, mientras me da en la cara y escribo esto. ¡Qué gusto!
Salimos camino de la Serenísima República de San Marino. Nos
esperan poco más de 250km y mucho calor, esperamos. Hemos visto que el túnel de
Gran Sasso, de algo más de 10km de longitud, cuesta sólo 7€, así que nos vamos
por él, sin duda, porque nos permite ahorrar alguna subida y bajada. Tiramos
millas, con intención de repostar cuanto antes, pero la gasolinera se nos
resiste, y finalmente tenemos que salir de la autopista. No pasa nada. Un gran
café de Lavazza, y seguimos camino. Los termómetros de los coches ya no andan
por los 30 y tantos grados, sino más bien por los 40 e incluso 41 y 42 en algún
momento. Esto es al sol, pero no parados, sino en marcha. Pffff.
Tiramos y
tiramos y acabamos en el camping, Centro Vacanze San Marino, que es como lo
esperábamos. Nos toca meternos dentro. Uf, las plazas que nos han asignado, no
nos sirven porque la caravana no cabe literalmente. Vamos a recepción y nos la
cambian sin problema. Nos asignan otras plazas más grandes y también cerca de
los baños. No hay problema. Lo primero es lo primero, y tras enchufar la
corriente, lo siguiente es ir a la piscina a liberar la sudada que tenemos
encima. Mucho mejor.
Decidimos hacer una comida, a eso de las 17, que es muy
ligera, porque seguro que vamos a cenar bien. Y nos volvemos a la piscina.
Hasta que nos echan, que, como es un camping para holandeses, pues es a las 19,
ya que ahí se van a cenar.
Buscamos algo interesante en los alrededores del camping,
pero no lo encontramos, así que nos quedamos con la pizzería del camping, el
Garden Pizza, que nos atiende perfectamente, y nos dice que para 13, en una
hora lo tenemos. Damos un paseo por el camping y nos vamos a cenar. Muy bien,
yo me pedí una de espinacas, salchicha y Grana. Riquísima.
Luego a dormir. Con el aire acondicionado toda la noche. Y
en algún momento con calor. Esto es el infierno. ¡Vamos a ir a ver Rávena! Que
el agua nos acompañe. Seguro que sobrevivimos.
Día 14 – 5-ago-2017
Rávena. Muchísima ilusión por mi parte, porque es una de las
ciudades que me falta por conocer de Italia y porque tiene todas las joyas del
arte bizantino, sin casi excepción.
Amanecimos en San Marino, con 35ºC a eso de las ocho menos
cuarto. Algo fuera de lo común. Bastante más humedad que en los Abruzzos, con
lo que la sensación térmica, era mala ya de salida. Desayunos y preparación de
mucha agua. Nos vamos. Salimos hacia Rávena. Tenemos poco más de una hora hasta
allí. Teníamos previsto un parking de llegada, que no era muy caro, pero finalmente
pudimos aparcar en la calle. Pagando una ORA ridículamente barata, alrededor de
1.5€ por todo el tiempo que necesitábamos. En eso de 5 minutos de paseo, con
calor, eso sí, llegamos a San Apolinar el Nuevo, que nos dejó alucinados con su
porte, su planta basilical y sus mosaicos. Luego San Vital de Rávena, con su
planta octogonal y su majestuosidad. Con la misma entrada, pudimos entrar en el
Mausoleo de Gala Plácida, y como fin de fiesta, nos movimos en los coches a
Classe, muy cerca de Rávena. Allí está el otro San Apolinar. Al salir del
coche, el calor era ya simplemente insoportable.
De estas veces que el cuerpo
te alerta de que el calor puede ser un problema muy grave. Habría más de 40ºC
seguro. San Apolinar en Classe, es la joya del arte Bizantino, y no es por casualidad.
¿Cuánta gente había dentro? Un puñado de personas. No más de 10. Rávena está
fuera de los circuitos turísticos por una razón que se escapa a mi
conocimiento, pero le da un atractivo de ciudad tranquila y revisitable, muy
muy interesante. Volveré.
Decidimos, al volver a los coches, comer algo ligero cuando
llegásemos a las caravanas, pero sobre todo volver para remojarnos un poco.
Necesitamos sacarnos el calor de encima. Piscina, comer ensalada y vuelta a la
piscina a remojarnos una y otra vez. Estaba completamente llena de gente, pero
no nos importó demasiado. Cuando nos echaron, a las 19, nos duchamos y nos
preparamos un poco para irnos al Garden al restaurante del camping, a
apretarnos una pizza, que estaba deliciosa, al menos la mía. Le faltaba un poco
de sabor en la masa (consistencia perfecta), y lo demás estaba muy buena.
A dormir. Mañana nos vamos.
Día 15 – 6-ago-2017
Salimos de San Marino, con un clima templado. Decididamente,
la ola de calor (ondatta de calore) africano, se ha ido, y las temperaturas
vuelven a algo normal. Pero el caso es que las hemos tenido que pasar.
Desayunos, recoger todo, y al coche. Pagar lo que se debe, y prepararnos para
la subida que supone salir del camping. Sin aire acondicionado y con toda la
precisión que se puede, salimos de allí, camino de Chioggia. Un trozo de la
autopista casi hasta Rávena, y seguimos por carretera en buen estado, pero de
la que sólo se puede ir a 70km/h, hasta alcanzar el destino. La zona es
Sottomarina, playa, playa y más playa. Todas privadas, todas de pago.
El check-in bien, rápido y efectivo. Nos dan tres parcelas
casi contiguas, sin problemas. El problema, realmente, es el calor. Hace un
calor asfixiante aquí. Humedad relativa altísima y unos 36ºC. Empezamos a sudar
todos en el momento de colocar las caravanas de forma importante. Agua por
todas partes, y las caravanas en su sitio. Nos metemos en la frigocueva a
comer. La pisci está cerrada hasta las 15.30. Soportamos como se puede el calor
hasta esa hora, y nos vamos a bañar. El agua de la piscina está caliente. Ag! Y
luego playa, y luego otra vez piscina. Hay que soportar esto como se puede.
Finalmente, decidimos ir al restaurante del camping a recuperar un poco la
energía. Una pizza napolitana, que no estaba buena, porque le metieron las
anchoas al horno. No. NO.
Un paseo por el camping y a dormir. Mañana Venecia y Murano.
Día 16 – 7-ago-2017
Día de irse a Venecia. La mañana amanece mucho más fresca,
lo cual no quiere decir frío, pero sí un poco más de fresco que la mañana
anterior. Día de ver Venecia o lo que se nos ponga por delante. Y es que
Venecia, nos tiene un poco hartos, desde la última vez que la vimos, el
4-ago-2014. Así que decidimos ir a ver Murano, que dicen que está mucho menos
masificado. Cogimos el autobús a eso de las 9.30 de la mañana. Nos costó un
buen dinero, tanto que iríamos de forma más barata en coche, pero no más
cómodos, pues nos dejó en el piazzale Roma poco antes de las 10.30. Ahí cogimos
el vaporetto 3 con destino a Murano, que en 30 minutos nos puso en la isla, y
–es más- nos dio un paseo todo alrededor.
Murano es una isla como Venecia, con canales interiores, con
mucha vida, con muchos colores, pero muy poco turismo. Algún chino despistado,
pero gente con caminar despacio y pocas prisas en general. Un lugar muy
recomendable. Comenzamos paseando por la calle pegada al canal principal, pero
luego nos perdimos por el interior de la isla, hasta que nos encontramos casas
residenciales, y ya no había mucho que ver. Volvimos a la zona del canal
principal, y vimos el museo del vidrio con detalle. Y en poco más, nos dio la
hora de comer, para lo cual se puso delante la ostería de Murano, Ostería elDuomo, que en principio nos dejó un poco preocupados, porque no tenía mucho
sitio aparentemente, pero por suerte para nosotros, sí tenía un jardín interior
en donde pudimos disfrutar de unas grandes pizzas y pastas. Ángel se pidió un
nero di sepia.
Proseguimos la visita, pero con la idea de volver pronto al
camping, porque Carlos tenía que tomar el antibiótico a las 17 como mucho.
Fuimos paseando hasta la parada del vaporetto, y tardó realmente poco en venir.
Llegó lleno de gente, y así fuimos hasta el piazzale Roma, de nuevo. Luego
autobús y antes de llegar, pasamos por un puesto de fruta a comprar unos
tomates unas ciruelas, un melón. Todo con una pinta excelente.
Estamos en el camping. Tenemos 30 minutos de piscina antes
de que cierren. ¡Al agua! Nos sienta fenomenal. El remojo. NO hemos andado
mucho hoy, ni pasado especialmente calor, pero desde luego estamos cansados.
Nos echan de la pisci, y justo ahí llegan los demás.
Un poco de playa sin socorristas ya, pero con un mar muy
sereno, y a preparar duchas. Mañana a las 5AM pasan los fumigadores de
mosquitos. Y nos vamos a los Alpes, que ya toca.
Cena en el restaurante del camping. Unas pizzas que no están
mal del todo, paseo nocturno por las calles del camping para estirarlo y a
dormir que hace mucho sueño.